
«Cuando, los dos ojos cerrados, en una cálida tarde otoñal, Yo aspiro el aroma de tu seno ardiente,
Veo deslizarse riberas dichosas
Que deslumbran los rayos de un sol monótono;
Una isla perezosa en que la naturaleza da
Árboles singulares y frutos sabrosos;
Hombres cuyo cuerpo es delgado y vigoroso
Y mujeres cuya mirada por su franqueza sorprende.
Guiado por tu perfume hacia deleitosos climas, Yo diviso un puerto lleno de velas y mástiles Todavía fatigados por la onda marina,
Mientras el perfume de los verdes tamarindos,
Que circula en el aire y satura mi olfato,
Se mezcla en mi alma con el canto de los marineros.»
Las Flores del Mal
-Charles Baudelaire-
Debe estar conectado para enviar un comentario.